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Finalizada
la Segunda Guerra Mundial, se produce un frenético replanteamientos de
todos los compromisos internacionales. Las cancillerías americanas, que
ya se habían declarado hostiles a Alemania en los difíciles años 40,
llegan a cuerdos panamericanos con la que ya sería indiscutible primera
potencia mundial.
Aunque el Continente Americano no participa en un
"Plan Marsall" al estilo europeo, se firman convenios de ayuda
mutua que, inevitablemente, son unidireccionales, dada la desproporción
posibilista entre Estados Unidos y el resto de Estados americanos.
Tropas chilenas
desfilando en formación cerrada, portando sotocascos del M-I
reglamentario. |
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La
firma en 1947, del Tratado Interamericano de Asistencia
Recíproca, abre las puertas a los norteamericanos para sacar
provecho, entre otros, de sus excedentes de equipamiento bélico.
Pronto
Chile, como consecuencia de los nuevos convenios, consigue renovar el
equipo para su ejército. Equipamiento que, en lo que nos ocupa,
incluye una buena parte de cascos M-I.
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Tras el
presidente Allende, se reconocen cascos Mº M-I, y de la P.M. del mismo modelo, pintados de color blanco. |
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Al igual que el resto de países que se benefician de estos suministros,
reciben cascos M-I ya utilizados, tanto en la Guerra Mundial como en la
de Corea. En remesas posteriores, ya
en la década de los 60, los cascos suministrados por Estados Unidos
serán del nuevo modelo M-I a1, que se enviarán, indistintamente,
a las diversas unidades del ejército, sin que ello suponga la
eliminación de las partidas anteriores.
Las
últimas partidas recibida vendrán marcados interiormente con
"USCH" y el año de suministro, limitado por una barra,
en color amarillo, ello es debido a que su procedencia es
austriaca (fabricados por la empresa
Ulbricht´Witwe Schwanenstadt).
Soldado chileno,
protegido con un casco Mº M-I, custodiando un edificio
oficial durante los acontecimientos derivados del golpe de
Estado efectuado por el general Pinochet en 1973. |
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Aún
se recibieron partidas de cascos norteamericanos M-I última
generación, de los tipos utilizados en la guerra de Vietnam,
modelos 1966 y 1973, ya con guarnición tipo Cradle.
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Rotulación
interior de un M-I A1 de origen austriaco, con "USCH-79/".
(Col: R. Jara) |
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Los
escasos cascos Mº 35 existentes, serán retirados ante la relativa abundancia de los
suministros, limitándose su uso por unidades representativas,
principalmente de
Caballería, en ceremonias y paradas, o por
suboficiales. Aunque generalmente, en estas ocasiones, se
recurría al veterano casco de fibra.
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Los casco
M-I (incluimos los M-I A1) mantuvieron el color original y
al principio frecuentemente se les aplicó una calca del ejército
chileno sobre el lado derecho, pero no fue una norma generalizada.
Esta calca también fue adherida a los sotocascos.
Nueva imagen del
soldado chileno. Infantería 1972, con cascos M-I. |
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Calca
con el escudo del Ejército de Chile, que reproduce el
nacional. |
El
barboquejo del sotocasco, originalmente de cuero, se irá
sustituyendo por otros de tejido sintético de color gris. (*)
También se adaptarán los uniformes a las
nuevas tendencias de estilo (y muy frecuentemente, suministro
norteamericano). Pero se conserva el sentido tradicional en los
trajes de paseo y en paradas.
El
casco M-I se utiliza en maniobras con una eficaz y particular
funda de camuflaje (tipo woodland), que completa el
equipamiento de campaña.
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Efectivos
del ejército chileno, portando cascos M-I, tras tomar las
calles de Santiago como consecuencia del golpe de Estado del
general Pinochet, el 11 de septiembre de 1973.
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Despliegue
de Infantería de Marina de Chile, con la funda camo
reglamentaria.
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Fundas
de camuflaje tipo woodland, reglamentarias en los
cascos M-I. |
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Etiqueta del
fabricante en una funda camo chilena. |
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Funda de camuflaje
reversible de dibujo "Geométrico" o de "Block" que fue utilizada
por las fuerzas de la Infantería de Marina chilena en los años
80 (a veces mal catalogada como funda de tropas paracaidistas).
Es una copia de la utilizada por las fuerzas armadas coreanas,
diferenciándose de ella por el dibujo del reverso (las fundas
coreanas no son reversibles). Colores fríos adaptados a los
bosques australes, y el revés, colores pardos y rojizos de la
tundra patagónica. Col: R. Jara. |
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Funda utilizada en
las tropas de la Zona Norte con los cascos M-1. Debido a la
paulatina pero definitiva desaparición de los cascos M-1, las
fundas que se siguen confeccionando con esta misma tela están
actualmente adaptadas a los nuevos cascos
OR-800 de origen israelí. Col: R. Jara. |
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Fundas
camo, uniformes o armamento, así como un permanente
entrenamiento del ejército chileno, a pesar de los
acontecimientos provocados por la toma del poder por parte del
general Pinochet, están concebidos para la defensa del país ante
una agresión exterior como consecuencia de una acción para
desplazar sus fronteras. (**) |
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En los años 70 se
utilizaron también fundas camo "color de
rana" sobre los cascos M-I.
(**) |
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El casco de acero,
fuera de maniobras o servicios
críticos, queda relegado, y se emplea asiduamente sólo el
sotocasco, que mantiene la marcialidad, tiene una resistencia
razonable y es ligero de uso.
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Primer sotocasco
del M-I utilizado por el ejército chileno. (Col:
R. Jara) |
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Maniobras con
cascos M-I y la funda camo correspondiente a los
nuevos uniformes.
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El sotocasco, a su vez, también ha contado con fundas camo
utilizadas básicamente en paradas.
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Parada militar con
sotocascos de M-I en 1969. Lucen el emblema lateral. Col: G. v.
Rauch. |
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En la foto
de la derecha, el conductor del automóvil presidencial, que
transporta al presidente Allende, se cubre con el sotocasco del M-I. |
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Debido
a la variedad geográfica de Chile, que incluye importantes
extensiones desérticas en el norte del
país, las tropas destinadas en aquellas
regiones portan los cascos pintados de un color ocre, en mimetismo
con aquel árido paisaje.
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Casco M-I
pintado en color ocre, de las tropas del norte. Porta las
antiparras reglamentarias. (Col:
R. Jara)
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Aunque
en los años a finales de los años 70 y durante los 80, el ejército
chileno tuvo que completar su disposición de cascos a base de
incorporar algunos modelos de diferente origen (Mº OR 201 israelí y un
casco balístico surcoreano, entre otros), el casco M-I permaneció como
casco básico reglamentario en el Ejército Chileno hasta su paulatina
sustitución proyectada a primeros del siglo XXI, por un casco de fabricación
nacional, el Mº "Golfo" (esta sustitución finalmente
parece quedar suspendida ante la nueva consulta del ejército para
proveerse de un casco que, como primera condición impuesta, no debería
superar un kilo de peso). La adopción definitiva sigue pendiente, aunque
una oferta israelí parece contar con espectativas.
Se
preservaron, no obstante, una
reserva de 10.000 cascos M-I en los depósitos del ejército, para
cubrir eventuales necesidades. Son cascos modernizados pertenecientes a las últimas remesas
y que
tienen ciertas particularidades. Sus sotocascos no son los originales
sino que están fabricados en
Chile por Baselli Hs.
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Guarnición
en un sotocasco fabricado en Chile y el original
norteamericano. Obsérvese particularmente su coloración
verde. |
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El
ejército chileno contaba con abundantes cascos M-I cuyos sotocoascos se
hallaban muy deteriorados. Consultada la posibilidad de restauración, el
proceso, dudoso, resultaba demasiado elevado.
Con el propósito de
prolongar razonablemente la utilidad de esos cascos M-I se cursó en 1983 un
importante pedido de 15.000 sotocascos a Baselli Nos. (empresa chilena
fabricante de diversos modelos de cascos de representación y de combate
para el ejército de Chile y la exportación). Los sotocascos entregados
fueron fabricados en ABS inyectado coloreado de verde y que recibieron
un repintado caqui exterior.
Los nuevos
sotocascos chilenos incorporan barboquejos de tejido
sintético en sustitución de los primitivos de cuero. |
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Con
la utilización de cascos surcoreanos (M-76), su versión israelí, el Mº
Golfo o el OR 800 israelí, el ejército chileno
ha procedido ha a deshacerse de los excedentes de cascos M-I
vendiendo 10.000 unidades procedente de sus depósitos, en estado
nuevo, y otros 40.000 usados que serán destinados a la chatarra.
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Los
sotocascos chilenos se presentan exteriormente con el
color reglamentario del ejército. Es más grueso que el
norteamericano y su reborde es característico |
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(*)
Las tropas paracaidistas chilenas utilizaron cascos M-I
adaptados a su función.
En
la línea de los cascos M-IC norteamericanos, se añadieron
unos suplementos en "V", con hebillas deslizantes.
El ajuste del barboquejo se efectuaba tensando los dos
extremos sobre las hebillas laterales.
Estos
cascos fueron posteriormente sustituidos por el modelo
surcoreano de plástico balístico (además se contó con
cascos Mº FJ-59 de origen alemán).
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Casco Mº
M-I adaptado para las tropas Paracaidistas. (Col: A.
Peñaloza) |
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(**)
Argentina volvía a reclamar un nuevo
acuerdo sobre sus fronteras comunes. El presidente Jorge Alessandri (elegido en 1958)
lo resolvió diplomáticamente en 1960, firmando
un nuevo acuerdo fronterizo con el Gobierno argentino. En 1963
también surgieron nuevos (o antiguos) problemas fronterizos, y Chile rompió sus
relaciones diplomáticas con Bolivia que reclamaba la propiedad de
un puerto en el Pacífico, así como la revisión del tratado de
1904. El
ejército chileno, fortalecido y reequipado, principalmente por
Estados Unidos y Gran Bretaña, suponía una fuerza de disuasión
considerable en la década de los años 70. Con un ejército de
tierra compuesto por 45.000 hombres en activo (y más de 200.000
en la reserva), una potente marina con 15.000 efectivos (incluidos
2.500 de servicios especiales) y una aviación con 10.000 hombre
en activo (con más de 200 aviones de combate), se sentía capaz
de contrarrestar cualquier agresión exterior. |
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Pero
los acontecimientos de 1973, que se apoyaban en un sector
importante del ejército, tuvo una fuerte repercusión
exterior. Francia prohibió la venta de material electrónico a
Chile, El gobierno laborista británico anunció la suspensión de
la venta de armas y la ayuda económica al nuevo régimen. Por su
parte Estados Unidos votó la suspensión de la ayuda militar,
valorada en 15 millones de dólares anuales (decisión que sería
revocada poco después, al comprar Chile a Estados Unidos 18
aviones supersónicos F-5E y otros 16 aviones de combate A-37, por
un valor de 72 millones de dólares).
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Mi agradecimiento
a los coleccionistas chilenos R. Jara y A. Peñaloza.
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